domingo, 19 de agosto de 2007

¡BASTA! ¡YA ESTA BIEN!

Es muy difícil mantener las esencias religiosas, cuando se da entrada a elementos extraños, en un principio admisibles y limpios. Con el tiempo estos aspectos humanos se van enturbiando y hasta terminan suplantando a la esencia cristiana. Es el momento de decir: “¡Basta! ¡Ya está bien!”
Tenemos un ejemplo iluminador en el evangelio; tomemos el relato de Marcos (11, l5-l7). Los judíos, fieles cumplidores de las fiestas religiosas y las obligaciones que incluían, acudían de toda la nación y desde lejanas tierras al Templo de Jerusalén a ofrecer sus sacrificios y óbolos a Yahveh. No se les podía exigir que trajeran los animales para el sacrificio desde sus hogares tan distantes; se les facilitaba el cumplimiento de sus deberes, vendiéndoselos junto al templo y lo mismo cambiándoles las monedas extranjeras por las judías, únicas que se admitían en los óbolos a entregar. Hasta aquí todo era limpio y plausible. Pero con el tiempo la codicia humana iba enturbiando tan limpio origen progresivamente. Ante esto, reacciona Jesús y un día “entró en el templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y se puso a enseñar: ¿No está escrito que mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones”. ¿Cuántos siglos tendrán que pasar y a qué extremos de degradación habrá que llegar para que la Iglesia siga el ejemplo de Jesús? Veamos algunos casos.
PRIMERAS COMUNIONES: Día de alegría en la familia. Legítimo que se solemnice y se celebre. Y que se saquen fotos para tener un recuerdo de acto tan entrañablemente cristiano y familiar. Y que haya una comida especial. Y que se invite a familiares y amigos. Y que se estrene un vestido. Y que…y que…Pero ya se ha pasado la raya. Ya pesan más en los niños la fiesta social y los vestidos excéntricos y los regalos numerosos y toda la parafernalia con que se ha envuelto el hecho religioso. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
BAUTIZOS: Plausible el ardiente deseo de unos padres evangelizados y con unas actitudes y vida auténticamente cristianas de que sus hijos reciban el bautismo desde su nacimiento; ellos garantizaban con su testimonio personal y con su enseñanza una educación cristiana profunda para su niño. Hasta aquí todo limpio y laudable. Pero hoy ya los padres no pueden garantizar nada, pues ellos no están evangelizados ni viven una vida cristiana auténtica. Ni la comunidad cristiana, inexistente, podrá suplir el fallo familiar. Tampoco el niño es capaz de evangelización ni conversión. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
EUCARISTIAS: La Eucaristía es el sacramento del amor, instituido por Cristo para renovar, fortalecer y madurar la opción por el amor hecha en el bautismo y que tiene como fruto inmediato el nacimiento de comunidades fraternales. Hoy la misa, en el mejor de los casos, es un acto piadoso de devoción personal; para muchos, un acto que pertenece a la sociología cultural religiosa. Y que nos prestamos a emplearla como salsa para todos los guisos, por muy lejanos que queden de su objetivo real. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
SACERDOCIO: La convocatoria y la formación para el sacerdocio son hoy muy deficitarias. Cientos de miles de comunidades, continentes enteros en extrema necesidad espiritual por la escasez angustiosa de sacerdotes que ya no volverá a remediarse, si seguimos con los mismos procedimientos de reclutamiento vocacional. Pastores muy adoctrinados, pero en muy gran parte sin evangelizar e incapaces, por ello, de evangelizar a los demás; porque la formación impartida es deficitaria y desviada. ¿Seguiremos tozudamente intentando someter al Espíritu Santo a nuestros planes mezquinos y miopes? ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
MATIAS CASTAÑO

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